Un grupo de científicos de la Universidad de Columbia
(Estados Unidos) señalaron que existe la posibilidad de que una ola de unos 245
metros de altura golpee la Tierra nuevamente, ya que, según los estudios, el
mismo fenómeno ocurrió hace unos 73.000 años a causa de la actividad volcánica.
El evento fue causado por un repentino colapso de uno de los
volcanes más antiguos y más grandes del mundo, que se encuentran en Cabo Verde
(África). Se estima que grandes rocas cayeron en el océano a la vez, lo que
resultó en un tsunami que se tragó una isla de más de 48 millas.
La actividad
volcánica intensa podría desatar un mega tsunami.
El Dr. Ricardo Ramalho, científico de la Universidad de
Columbia, mientras se encontraba en el Universidad de Bristol dijo:
Estas catástrofes pueden ocurrir muy rápidamente y son
catastróficas, disparando maremotos gigantes. Eso no suceden muy a menudo, pero
tenemos que tenerlos en cuenta a la hora de pensar en el peligro de que estos
fenómenos pueden traer para nosotros”.
Costas
El experto en tsunamis, el profesor Bill McGuire, de la
“University College de Londres”, cree que este tipo de eventos ocurren sólo una
vez cada 10 mil años. En comparación, los tsunamis recientes más grande
conocidos, son los que devastaron las costas del Océano Índico en 2004 y el
este de Japón en 2011, y alcanzaron alturas máximas de unos 30 metros.
Ahora no queremos imaginar lo que causaría uno de 240 metros
de altura. Estos tsunamis fueron provocados por terremotos submarinos.
Las pistas dejadas por los mega-tsunami incluyen rocas del
tamaño de camiones que fueron llevadas hasta 600 metros tierra adentro y cerca
de 200 metros sobre el nivel del mar en la isla de Santiago, a 34 millas de
Fogo.
Playas
Una enorme roca encontrada en la isla de Santiago fue
llevada más de 30 millas por el tsunami. Fotografía: Ricardo Ramalho / Columbia
University / PA
Mediante el cálculo de la energía necesaria para lanzar
estas rocas a una distancia tal, los científicos fueron capaces de estimar el
tamaño de la ola. Sus hallazgos aparecen en la revista Science Advances.
Bill McGuire también dijo: “No obstante, la magnitud de este
tipo de eventos, como el estudio de Fogo da testimonio de su impacto
potencialmente devastador, ello es un peligro claro y serio para las cuencas
oceánicas que albergan volcanes activos.”
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