domingo, 9 de agosto de 2015

Dos meses sin azúcar: conoce el resultado de este fabuloso experimento.



Este fin de semana se acabó mi experimento de dos meses sin azucar.
Cuando inicié pensé que ocho semanas eran muchísimo tiempo. Dos meses sonaba eterno. Dos meses sin postres, sin galletas, sin helados. Dos meses sin pan dulce, sin chocolate. Dos meses sin pan con mermelada. Yo comía diario al menos uno de los alimentos anteriores. Por lo menos chocolate.
Durante el recorrido del experimento, escuché innumerables veces:
– ¿Cómo le haces?
– ¡Yo no podría jamás!
– ¡Yo me muero sin azúcar!
Resulta que no fue tan difícil. Sí pude, no me morí. ¿Cómo le hice? Creo que fue un acto de curiosidad, probar algo nuevo generalmente está impulsado por la curiosidad, ¿cierto? Me intrigaba saber qué pasaría, cómo me sentiría. Eso, y sentirme mejor cada día que pasaba fueron suficiente para no sufrir la vida sin azúcar, sino disfrutarla. Mis decisiones sobre qué comer eran sencillas  Y cuando estaba viajando o comía fuera, las elecciones eran cada vez más fáciles, con la conciencia de que el experimento traería algo bueno para mi salud.
Las semanas se fueron volando, en la semana 7 tuve esa sensación que tenía de niña cuando le quedaban dos días a las vacaciones de verano. Quería que los días fueran eternos, que no se acabaran.
¿Qué me pasó por no comer azúcar refinada por dos meses?
– Después de 60 días de no darle azúcar refinada a mi cuerpo, mis hábitos alimenticios cambiaron. Mi apetito y mi paladar se recalibraron por completo:
o    El paladar siente cualquier rastro de azúcar escondida en los alimentos procesados o en recetas elaboradas. Los alimentos naturalmente dulces, saben MUY dulces, así que con poquito es suficiente.
o    El apetito es más real. El hambre que siento es real, no está guiada por antojos sorpresivos. Hago menos comidas entre comidas, y cuando las hago es porque realmente siento hambre y tengo claridad para tomar una decisión para comer algo que es bueno para mí.
– Aprendí a saborear el dulzor de las verduras, encontrar combinaciones mágicas: zanahorias crudas + nueces, calabaza de castilla asada + canela, betabel + queso de cabra.
– Las frutas son una explosión de sabor, ahora son casi empalagosas. Los jugos me saben a miel.
– El azúcar dejó de ser un antojo recurrente y cuando se me antoja y como un poquito, con muy poquito basta.
– Aprendí a comer diferente y creo que será difícil “desaprender” lo aprendido. Aprendí que el postre no es algo estrictamente necesario.
– Gané energía, claridad mental, mejor calidad de sueño, piel más limpia, y menos grasa corporal.
¿Qué sigue? Continuar el experimento, tal vez para siempre. No como un reto, ni como una imposición, ni como dieta restrictiva, sino sabiendo que los alimentos procesados cargados de azúcar no me hacen sentir tan bien como la comida real.
Mi cuerpo ya no me solicita azúcar como lo hacía antes (¡a cada rato!), ahora puedo decidir cuánta fruta comer, si quiero un pedacito de chocolate amargo o una rebanada de pastel cuando crea que vale la pena. El domingo fue el caso, disfruté de unos bocados de un panqué de elote que me supo tan dulce como merengue. Disfruté el pedacito y listo.
¿Qué le pasó a mi cuerpo sin comer azúcar? Bajé de peso, no drásticamente porque me esforcé para no bajar, pero toda la comunidad de personas que hizo el experimento al mismo tiempo que yo reporta quebajaron entre 5 y 9 kilos en dos meses. Yo perdí un poco de grasa corporal. En general, físicamente el cambio es MUCHA energía estable durante el día. Aquí un poco más del tema.
¿Por qué BAJARLE AL AZÚCAR?
Disminuir la cantidad de azúcar que consumimos es una recomendación (urgente) de la Organización Mundial de la Salud para personas sanas o enfermas. Esto debido al impacto que tiene en la salud (diabetes, obesidad, síndrome metabólico, inflamación, acidez, etc.) y al incremento alarmante de ingesta de azúcar a nivel mundial. El americano promedio consume 23 cucharaditas al día y se estima que en el 2015 se alcanzará un nuevo record mundial de consumo de azúcar, a pesar de la desaceleración en su producción. En México, la diabetes está entre las principales causas de muerte, el año pasado fue la número uno.

Comparto mi experiencia para quien le sirva, pero esto no representa una recomendación nutrimental. Para mí fue un experimento increíble de autoconocimiento y una aventura culinaria. Un proceso de reconciliación con alimentos satanizados (¿por qué había dejado de comer tocino tanto tiempo, por quéeee?) y un gran descubrimiento de platillos deliciosos, nutritivos y buenos para el cuerpo. 
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